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Más del 50 por ciento de las mujeres han fingido alguna vez tener un orgasmo y buena parte de ellas lo hicieron en reiteradas oportunidades: el problema es que esta forma de simular placer suele convertirse en un círculo vicioso que atenta contra el verdadero clímax.
Al respecto, una reciente investigación acaba de desterrar un viejo mito: que los hombres no logran distinguir si las mujeres gozan o fingen durante el encuentro sexual. El estudio, publicado en la revista Archives of Sexual Behavior, explica que ambos sexos son capaces de notar el nivel de satisfacción de su compañero.
Dicho trabajo se basó en el análisis de 84 parejas: se le consultó de manera individual a cada integrante acerca de su complacencia, comunicación y capacidad de reconocer emociones respecto al sexo. Lo insólito fue que, aún en aquellos casos donde los individuos no hablaban sobre su deseo, tanto hombres como mujeres pudieron reconocer con facilidad las emociones de sus compañeros.
Estos resultados contradicen a la percepción común de que los hombres no logran darse cuenta cuando las mujeres fingen placer. Según Erin Falls, psicóloga de la Universidad de Waterloo en Canadá y principal autora del estudio, poder ‘leer’ la satisfacción del otro ayuda a decidir si seguir con la rutina habitual o probar algo nuevo.
La misma revista publicó este mes una investigación en la que se afirma que el género femenino finge fundamentalmente por cuatro motivos: satisfacer a su pareja y evitar que se sienta insegura respecto a su rendimiento sexual; sentir vergüenza y sentimientos negativos respecto a la posibilidad de alcanzar un orgasmo; autoexitarse a través del engaño; y acabar con el acto sexual más rápido.
Mientras que las complacientes sólo buscan la satisfacción de su amante, sin responder a su propio deseo y considerando a la actividad sexual como una obligación, las que experimentan sentimientos negativos creen que difícilmente -o nunca- llegarán al orgasmo. Este último grupo tiende a considerar la penetración como única alternativa para lograr el clímax, cuando en realidad sólo entre un 20 y un 30 por ciento de las mujeres lo obtienen por esta vía.
Por todo esto, fingir o callar no hace más que acrecentar el problema: la gran mayoría de las veces la falta de satisfacción puede resolverse con un cambio de rutina. Para ello, es necesario reconocer lo que está sucediendo y hablar abiertamente con la pareja sobre deseos y fantasías. Un buen juego previo, probar nuevas posturas, dedicarle tiempo a cada encuentro y saber decir que no son algunos pequeños cambios de hábitos que pueden mejorar considerablemente el encuentro entre las sábanas.
Ahora que ya sabes que él no siempre te cree, es un buen momento para dejar de fingir y ser un poco más egoísta: ¡tú también tienes derecho a disfrutar de los beneficios físicos y emocionales del buen sexo!
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